Por Lic. Psic. Aziza Di Bello
“Quien posee el dominio de los cielos y de la tierra, no ha adoptado un hijo ni tiene asociado en el dominio, lo ha creado todo y lo ha determinado por completo» (Al furqan)
En el escenario actual de Covid-19 lamentablemente muchas personas han perdido la vida sin que sus familiares hayan tenido la oportunidad de decir adiós apropiadamente. Esto puede provocar un proceso de duelo difícil y con ciertas características distintas al duelo normal. No solo eso, nosotros hemos sido y estamos siendo espectadores también, de esa situación.
Si bien las etapas del tipo de DUELO TRAUMÁTICO que vivimos hoy día, no son diferentes a un duelo normal, ni tampoco las fases que lo componen, quiero mencionar que algunas cosas SÍ serán diferentes, según el tipo de vínculo que se tuviera con la persona fallecida, y según qué tan traumático haya sido el suceso.
¿Por qué llamamos a estos duelos “traumáticos”? Porque lo que estamos experimentando hoy en día con este tipo de muertes rápidas y en grandes poblaciones, no nos permite concientizar la realidad ya que sucede de manera sorpresiva. Casi no podemos expresar ni compartir el dolor, y muchas veces tampoco podemos recibir apoyo de los seres queridos…las imágenes mentales sobre sucesos que pasan en la realidad, nos afectan tanto como las que suceden en nuestra imaginación.
Personalmente he vivido varios sucesos pero recuerdo el más reciente: me afectó tanto que solo tiempo después, y gracias a ciertas estrategias, dejó de perturbarme. La vecina de un familiar se suicidó y escuché cómo sucedió: las perturbadoras imágenes de esa historia empezaron a presentarse en mi mente, sucesivamente, de modo intrusivo, una y otra vez. Conocía a la vecina, sabía la historia, y con todos esos detalles y la mancha de sangre que dejó su cuerpo en la entrada del apartamento de mi familiar, fue suficiente para que esas imágenes y el relato me perturbaran.
No quiero contar todo el relato porque no es el punto, sino mostrar cómo no es necesario estar presentes para que un hecho sea algo traumático.
La persona que duela a un ser querido y lo vive a la distancia, se siente desbordada y muchas veces tiene conductas poco adecuadas para sí mismo…incluso permanece a veces experimentando una sensación de irrealidad e intensos sentimientos de culpa, sin siquiera avanzar hacia su resolución.
El duelo, duele…! El dolor se siente, incluso aunque no estemos presentes en el escenario. He explicado varias veces que solo falta que usemos un poco nuestra imaginación para poder visualizar, simbolizar, recrear las historias de los sucesos en nuestra mente, y torturarnos con ellas.
Entonces ¿cómo gestionar todo esto, en momentos en que además, carecemos de esa red de apoyo social que nos ofrecen lo ritos religiosos y espirituales, que nos ayuda a reflexionar sobre la vida de la persona que se ha ido?
Resulta necesario buscar estrategias que nos permitan transitar este proceso lo menos traumáticamente posible. Porque sin recursos emocionales internos para elaborar el duelo normal, este malestar no disminuye con el paso del tiempo, sino que puede aumentar de manera persistente. A veces, incluso debilita a la persona y le genera un sufrimiento intenso en forma de pesadillas, flashbacks y recuerdos intrusivos recurrentes.
Me interesa hacer una pausa para que se entienda que esta distorsión lleva casi siempre a un agravamiento de esas sensaciones de rabia, enfado o culpa que pueden finalmente llevar a un trastorno de ansiedad, depresión, insomnio o estrés postraumático.
Las siguientes 6 estrategias que he seleccionado, pueden ayudar a salir de este círculo vicioso:
1. Identificar todas las emociones sentidas y estados de ánimo que van más allá de la tristeza: ira, culpa, irrealidad.
2. Aceptar y abrazar la aparición de los recuerdos de los aspectos dolorosos. No evitarlos.
3. Si la persona está bloqueada: recuperar viejas fotografías o recuerdos de otra índole, y revivir escenas para favorecer el desbloqueo de ciertas emociones.
4. Escribir! Somos narradores de nuestra historia. Escribe cartas recordando momentos vividos y expresa todo aquello que te gustaría haberle dicho a esa persona, en vida.
5. Expresar, mediante llamadas, mensajes, audios o videollamadas, todo eso que has vivido o sentido junto al ser que se ha ido. Compartir los buenos ratos vividos con el fallecido, con alguien de tu confianza…qué cosas hacía, qué le gustaba, cómo era, es la mejor ayuda para que asumas que la pérdida es real.
6. Recurrir a una ayuda especializada por parte de psicólogos expertos en procesos de duelo es lo más recomendable si aún sientes que no puedes asumir lo que está sucediendo, o si lo vives como demasiado “irreal”.
Sobre este último punto 6: ¿Sabes por qué? Porque las personas que han experimentado una pérdida de manera traumática, son especialmente vulnerables a desencadenar trastornos psicopatológicos importantes. Los más frecuentes son: la depresión, la ansiedad, las somatizaciones y el estrés postraumático. La ayuda de un profesional de la salud mental, colaborará en permitir un afrontamiento adaptativo a tu situación y te ayudará a ir avanzando en las diferentes etapas del duelo, hasta finalizar el proceso y llegar a un cierre más adaptativo.
Por último , y en realidad lo primero: es importante recordar en estas situaciones, a Allah y Su designio más que nunca: los mandatos de Allah se cumplen, y aquello que El no designa jamás podría suceder.
La predestinación es la ley sagrada que ordena el global, todos los seres y sucesos según un orden. Allah, Al Hakim, sabe absolutamente todo. Todo que ocurrió Y ocurrirá en el mundo tiene lugar con el conocimiento, la voluntad y la creación de Allah. El Creador conoce con su conocimiento absoluto, que no está limitado con el tiempo, las cosas que escogerán los humanos y su forma.
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